En mayo de 2004 se celebró la boda del entonces príncipe
Felipe con Letizia Ortiz.
Diferentes entidades enviaron presentes a los príncipes con motivo de dicha celebración.
El ayuntamiento de Águilas, presidido entonces por el popular Juan Ramírez Soto, no podía ser menos.
Para tal evento encargó un precioso cuadro a nuestro insigne pintor aguileño Manolo Coronado.
A la hora de enviarlo a la Zarzuela, en vez de hacerlo a portes pagados, nuestro entonces ilustre alcalde lo envió a portes debidos, es decir, que el gasto del transporte del regalo debería abonarlo quien lo recibiera.
Imaginamos la cara que se les puso a los de la Zarzuela cuando recibieron el paquete y la empresa de transportes les pidiera el dinero del envío.
Entre risas e indignación lo rechazaron y el cuadro volvió al ayuntamiento de Águilas, quien lo volvió a enviar a portes pagados.
No sabemos si desde la Zarzuela, desde el PP regional y desde el PP de Madrid felicitaron a nuestro alcalde por su intento de ahorrarle unos eurillos a los aguileños.
Es posible que el fallo del envío se debiera a que Juan Ramírez estuviera distraidillo, pues por entonces se estaba empezando a cocer a escondidas la recalificación ilegal del paraje protegido de la Zerrichera, donde hubo acusaciones de reparto de maletines millonarios.
Y esa recalificación urbanística requería mucho esfuerzo mental.
De todos era conocida la gran capacidad cerebral de nuestro ilustrísimo regidor.
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