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Demagogia, odio y hambre, o cómo inmolar una República - Parte I

Foto del escritor: Manifiesto x AguilasManifiesto x Aguilas

Actualizado: 31 mar 2024

El pasado 10 de Diciembre Javier Gerardo Milei fue envestido con la banda y bastón presidenciales, legitimado con la abrumadora cantidad de 14 millones y medio de papeletas, el 55,65% de los votos durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales (recordemos que Argentina es una república presidencialista donde le jefe de estado se elige en dos rondas, cómo en Francia), frente a su contrincante Sergio Tomás Massa, candidato de Unidos por la Patria (una gran coalición de partidos justicialistas y de izquierdas).



Milei es un personaje vendido como outsider, de un partido (La Libertad Avanza) con escasísima representación territorial y diputados, y que resulta ser el candidato más votado de la historia de la actual democracia (joven, como la de aquí, con 40 añitos), contra Massa, un candidato puesto por consenso por el implacable aparato del oficialismo. Todo un fenómeno politológico sustentado en tres pilares: demagogia, odio y hambre. Milei es un economista clásico de escuela austriaca que asalta la escena pública como un predicador de la lógica minarquista y ultraliberal. Invade las tertulias televisadas y redes sociales cual rock star, con su cuero negro y su peinado y patillas a lo prócer; auspiciado por toda la maquinaria propagandística de la oligarquía argentina y demás lores del norte del globo. Pese que su razonamiento defiende abiertamente a los junkers del agro y profetas del libre mercado, es decir, a una fracción minoritaria de la población; en su discurso, el visceralismo de su desquicio y moral apática termina cuajando en los oidos de un sector más amplio que compra su relato más por odio al otro que por realidad contrastada, todo ello avivado por el hambre y un sesgo de confirmación a nivel nacional: «El estado es una fábrica de planeros (personas que viven de ayudas del estado) que son unos vagos y que votan masivamente y mantienen en el poder a la corrupta casta política; mientras yo que soy una persona de clase media, un laburante, tengo que mantener todo este circo mientras me muero de hambre por la inflación». ¿A que suena familiar? Paguitas y Feuerbach, el aborto dialéctico de una noche loca entre Pablito Iglesias y Santi Abascal en Torremolinos. Con una retórica así, en un país con la tasa de inflación más alta del planeta, donde el dinero pierde hasta un quinto de su valor de un mes para otro y el ahorro sólo es viable en el exiguo dólar estadounidense y con unas tasas de pobrezas rozando el 49% e indigencia el 10%, era imposible no extenderse como la pólvora y reventar a un rival político que justamente era el anterior superministro de economía, el responsable último de que tal situación no se diera.


Y así los argentinos pusieron en la Casa Rosada a un Calígula pinochetista que llegó a asegurar que el Papa era el diablo, que llegó a comentar que no le parecía mal el mercado libre de órganos humanos, y que tuvo que desmentir que no mantenía relaciones sexuales con su hermana. Está claro que el relato es el combustible para el actor político. Pero, ¿relamente Milei está construyendo su utopía anarcocapitalista ultraconservadora paleoliberal? Lo está intentando. Tras asumir el cargo, requiría de más apoyo político para poder gobernar. Ahí aparece Mauricio Macri, empresario y expresidente responsable de la deuda con el FMI por valor de 45.000 millones de dólares, y líder en el banquillo de Juntos por el Cambio (coalición de partidos de derechas y principal opositor del peronismo a nivel territorial); que tras darle apoyo en la segunda vuelta, ha dotado de diputados y senadores a Milei, dándole éste a cambio algunos de los pocos ministerios que sobrevivieron a su «motosierra» (pocos ministerios pero más o menos las mismas secretarías reorganizadas, es decir, lo mismo que antes pero el poder concentrado en menos manos), dotando al Presidente de cierta estabilidad provincial, fundamental en un estado federal como Argentina. Sin embargo, los congresistas aportados por Macri son insuficientes para poder legislar a pleno gusto de Milei, por lo que este se ve obligado a gobernar a base de decretos presidencialistas. En el primer mes de mandato fueron 366 los artículos decretados en uno DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia, similar al Real Decreto Ley de aquí ), donde se buscaba reducir drásticamente la intervención del estado en la economía y el tamaño del estado en general, recortando servicios públicos, privatizando empresas públicas rentables, quitando aranceles, reduciendo la protección de los espacios naturales para facilitar la explotaciones agrícola y minera, reduciendo ayudas del estado, trasnfiriendo la deuda del Banco Central al Estado con el fin último de cerrarlo y dolarizar la economía, entre otras medidas. Afortunadamente el tribunal constitucional anuló buena parte de los artículos, pero no logró detener el aumento de casi 10% de pobreza, llegando al 57% , y 5 puntos de indigencia, rozando el 15 % de la población total, como consecuencia de la devaluación forzada del dólar oficial y la quita de subvenciones en energía, transporte y determinados productos de consumo básico, que literalmente duplicó el precio de buena parte de insumos de la población y que según el FMI se comió hasta 6 puntos del PIB: se preveía un crecimiento de 3 puntos para 2024 y ahora se espera que la economía caiga un 3%.


Hemos empezado marzo y no se prevee ninguna medida que aumente los salarios, ni que éste austericidio cese. Es un escenario económico y social muy 2001, cuando el corralito hizo que el Presidente huyera de la Casa Rosada por las movilizaciones masivas. Tiene pinta que en este otoño austral, el peinado de Milei corre de parte de las aspas del helicóptero presidencial.


Damián Noguerón López – Calabardina, a 9 de Marzo de 2023

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1 Comment


Boris G
Boris G
Jul 17, 2024

de momento no va tan mal

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